Las separaciones nunca son fáciles. Implican emociones intensas como tristeza, rabia o confusión, y suelen remover muchas cosas internas.
Cuando además existen vínculos que siguen uniendo a la pareja —hijos e hijas, bienes comunes, amistades compartidas o incluso un entorno laboral conjunto—, el proceso puede resultar todavía más complejo.
Una relación larga crea sistemas: rutinas, costumbres, una vida compartida. Cuando esa estructura se rompe, no solo termina una relación, también cambia todo lo que la rodeaba, y a veces parece que uno mismo se desmorona dentro de ese cambio.
Es normal que cuanto más tiempo se ha compartido, más cueste cerrar esa etapa. La sensación de haber invertido mucho puede hacer difícil aceptar que llega el final. Pero cuando una de las dos personas decide poner un límite, llega el momento de afrontar la realidad y comenzar a reconstruir.
En muchos casos, hay una persona que toma la decisión con más claridad, y otra que tiene que asumirla y adaptarse.
También existen separaciones de mutuo acuerdo, donde ambas partes llegan al mismo punto casi al mismo tiempo.
Sea cual sea la forma, el divorcio requiere reajuste emocional, comunicación y tiempo.
Tras años acompañando a parejas en procesos de ruptura, he podido observar que hay actitudes y comportamientos que dificultan la recuperación y aumentan el sufrimiento. Conocerlos puede ayudarte a evitar errores comunes.
1. Seguir conviviendo después de decidir separarse
Prolongar la convivencia una vez tomada la decisión solo alarga la confusión. Si una de las partes aún tiene esperanza y la otra no, se crea un desequilibrio emocional que suele generar más dolor.
2. Esperar apoyo emocional de la expareja
Durante el duelo, es importante apoyarse en otras personas, no en quien también está viviendo la ruptura. Aunque haya afecto, no puede ofrecer el acompañamiento que necesitas en ese momento.
3. Involucrar a las familias o amistades para mediar
Buscar que los demás “convenzan” a la otra persona o tomen partido suele empeorar la situación. Cuantas más voces se suman, más difícil se hace mantener el respeto y la calma.
4. Hablar del tema constantemente con todo el mundo
Hablar ayuda, pero convertir la ruptura en tema central de conversación impide avanzar. Escoge a personas de confianza para desahogarte y evita buscar validación en la opinión de todos.
5. Pensar que nadie puede ayudarte
Contar con acompañamiento psicológico especializado puede marcar una gran diferencia. Un profesional puede ofrecer perspectiva, herramientas y sostén emocional durante este proceso.
1. Avisar demasiado pronto
Contar a los hijos que habrá una separación muchos meses antes de que se produzca puede generar inseguridad. Es preferible hacerlo cuando los cambios sean concretos y próximos.
2. Buscar culpables delante de los hijos
Intentar dejar claro “quién tuvo la culpa” solo daña la relación con los hijos y rompe su sensación de seguridad emocional. Es fundamental evitar ponerlos en medio.
3. Mantener dinámicas familiares como si nada cambiara
Seguir haciendo planes familiares tras la ruptura puede confundir a los niños. Necesitan tiempo y claridad para adaptarse a la nueva realidad. Con el tiempo, se podrán redefinir los espacios compartidos.
4. No formalizar acuerdos por escrito
El convenio regulador protege los derechos de los menores y clarifica responsabilidades parentales. Es importante establecerlo con apoyo legal, incluso si la relación entre los adultos es cordial.
Recuerda: la pensión de alimentos no es un favor ni una concesión, es un derecho de los hijos/as.
5. Pedir a los hijos que informen sobre el otro progenitor
Pedirles que “cuenten” lo que hace el otro adulto los coloca en un papel que no les corresponde. Lo más sano es separar las dinámicas de adultos de la relación con los hijos.
El final de una relación importante siempre duele, pero no es el final de tu historia. Con el acompañamiento adecuado y un proceso de reflexión, muchas personas descubren una nueva etapa más estable y consciente.
Si estás atravesando un proceso de separación o divorcio y necesitas apoyo, puedes escribirme a
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No tienes que hacerlo solo/a.